Estas operaciones requieren un estudio completo y panorámico del asunto que no se restringe únicamente a cuestiones jurídicas, sino también globalmente a los riesgos, responsabilidades, fortalezas y debilidades de los intervinientes.
Analizamos el objetivo del cliente y estudiamos el caso para proponerle la mejor estrategia, que no siempre coincide con su idea inicial. Podemos incluso recomendar no realizar la operación o reestructuración empresarial pretendida si consideramos que existen otros medios más adecuados para obtener el objetivo pretendido. No somos ortodoxos y pocas veces somos previsibles.
Siempre tenemos en cuenta cuál es la situación y objetivos del cliente, qué posición ocupa en su entorno y cómo opera en la práctica. La estructura diseñada no sólo debe ser adecuada jurídicamente, sino que también debe ajustarse a su negocio y operativa interna. Un diseño jurídico brillante es inútil si no responde a una solución práctica y sostenible en el tiempo.
Analizamos otras cuestiones jurídicas –no estrictamente mercantiles- que pueden afectar al diseño de la operación tanto en ese momento como aquéllas que puedan aparecer en el futuro: connotaciones fiscales, laborales (sucesión de empresa), regulatorias, concursales, o, incluso, penales a la vista de los nuevos tipos penales de delitos societarios.
Nuestro trabajo no acaba con la firma de la operación. Nuestro compromiso es que la misma se ejecute con éxito y los resultados respondan a las necesidades del cliente en el presente y el futuro.